viernes, 28 de noviembre de 2008

Lo que Lisbeth nos enseña

La primera vez que la vi fue en la portada de un libro de título incómodo: "Los hombres que no amaban a las mujeres"; era una especie de niña enfurruñada, bastante parecida a la hija de los Monster, sobre todo porque iba vestida de negro y llevaba un collar de cabecitas; nada que ver con esa imagen de anoréxica que aparece en la portada de la edición en español. Fue en la librería de un aeropuerto de Paris y no pude resistir a la tentación de comprarlo, sobre todo para poder leer el siguiente, con un título aún más provocador: "La chica que soñaba con un bidón de gasolina y una cerilla".
Y así fue como Lisbeth Salander empezó a formar parte de mi vida con su frugal sonrisa de medio lado, su tatuaje de dragón de cuerpo entero, sus piercings, su apuesta por evitar las componendas y, sobre todo, su fuerza para sobrevivir aunque pinten bastos.
Ahora estoy terminando el último libro; apenas me quedan 10 páginas y estoy evitando leerlas porque no quiero separarme de ella. Por eso he creado el blog, para compartir lo que Lisbeth me ha transmitido.